La Málaga Moderna

 

Para mí, dibujar es una forma distinta de relacionarte con la realidad. Con rotulador calibrado, con lápiz, con guache o con acuarela intento llevar al papel lo que veo, no lo que debiera ver, lo que me gusta y lo que me emociona. Siempre llevo un cuaderno y algo con que dibujar, porque siempre es un buen momento para aprender.

Flores de azahar, máquinas de escribir, tomates o cámaras fotográficas me siguen pareciendo prodigios, vendan de la naturaleza o de la mano y el ingenio del ser humano.

Me gustan algunas citas, frases, estrofas o versos, y a veces los repito, los escribo o los dibujo como si fueran jaculatorias.

Ando en algunos proyectos que, a la inversa, me sorprenden cada día con un poema que debo atar en un garabato. #365poemas-#365garabatos acabará el 31 de diciembre de 2021.

Me gusta encuadrar objetos en un momento temporal concreto. Veréis composiciones en las que un objeto y su dibujo se acompañan de periódicos, sellos, fotografías o recuerdos, de sus fichas técnicas o de sus anuncios. Hago a veces esas burbujas de tiempo que, a la vez, son cajas de mi propia memoria.

Creo que podría vivir en otra ciudad que no fuera Málaga; no lo sé, igual sí, pero en este momento tampoco tengo muchas ganas de comprobarlo. Estoy enamorado de mi ciudad, con la que discuto mucho y bien, de la que me quejo agriamente, pero de la que no me gusta dejar de oler en esas tardes en las que el calor cede y los jazmines te envuelven con sutileza en la palma de la mano. Hay quien quiere a Málaga porque su corazón es barato. Yo la quiero indomable, incorregible, imprevisible y moderna paradójica.

Mi ciudad se parece mucho a un pueblo, porque a veces mi ciudad son siete calles de La Victoria, un Pimplico sin ducado, un cantón independiente.

Nadie puede negar que en Málaga Hay Química. Nos hemos puesto a formular, y nos han salido algunas camisetas.